De los prejuicios

Una idea sobrevalorada, que llegó a la mente por un aprendizaje frecuente de imitación. Con el tiempo se vuelve parte del automatismo de las conductas pues la práctica le ha confirmado que "es cierto". Tal idea sobrevalorada desencadena una serie de emociones, por ejemplo el miedo, la cólera, ansiedad, terminando en la expresión de una conducta. Tengamos en cuenta que muchas ideas sobrevaloradas tienen por fin la protección, por ejemplo “la plancha quema. No te acerques”. Pero cuando se dan sistemas de pensamiento que contaminan al niño, interiorizandose por la enseñanza de un adulto, entonces se puede generar un prejuicio. Tal idea sobrevalorada lleva al aislamiento del niño mediante otro sistema: la posición “yo estoy bien, tú estás mal”. En el aprendizaje infantil, el mundo que rodea al niño está compuesto por cosas, desde personas a objetos. Por eso el automatismo en la expresión del prejuicio. Es expelido sin mediar el daño que vaya a ocasionar. El prejuicio (contaminación del padre al adulto en la psique). Este es el origen de los prejuicios.

¿Por qué se mantienen los prejuicios?

La mayoría de veces se mantienen por temor al cambio. Las personas se sienten cómodas manteniendo el sistema de pensamiento. Sabiendo que la educación en valores (e ideas) proviene del hogar (sea con padres, sin ellos, o con la nana, o los abuelos, tíos, etc) se da en el seno familiar, y la instrucción escolar necesitan encajar en la cultura, muchos prejuicios contrastan con la realidad. Una forma de mantenerlos es evitar la educación o instrucción, basándose en otro prejuicio: “el cambio no es bueno”.

¿Se puede dejar de ser prejuicioso?

Claro. Ya que es una conducta se puede empezar por revelarlo o ponerlo en evidencia. Hacerse consciente de tal pensamiento ayuda a desenmascarar la conducta. La instrucción, la lectura, la adquisición de nuevos conocimientos, va diluyendo los prejuicios. La idea de la disolución de los prejuicios puede acarrear temor. Pero tal sentimiento es normal ante lo nuevo. Tengamos en cuenta que en la medida que nos desahagamos de la pesada mochila del prejuicio, libres seremos.